ERASE UNA VEZ…
“Erase
una vez… y vivieron felices para siempre y tuvieron muchos hijos”; así es como
comienzan y terminan los cuentos de hadas, cuentos que nos transportan a un
mundo maravilloso en donde todo es perfecto, la princesa jamás se molesta, el príncipe
está presto a ponerse a los pies de su amada, a cruzar montañas y ríos a pelear
con dragones para conquistar el corazón de la mujer que ha ganado el suyo,
juntos cantan canciones maravillosas y pasean por campos llenos de flores y
animales que hablan y son capaces de ayudar a los príncipes cuando sea
necesario.
Quizás sean estos cuentos hermosos de nuestra
infancia o las películas con historias perfectas de amor las que transforman
nuestra vida en una obstinación por encontrar en nuestra pareja al príncipe
maravilloso o la mujer soñada, queriendo vivir la historia perfecta de amor
alejada de la realidad. Alejada de la realidad de que somos seres humanos con
cualidades que debemos reconocer, pero también con defectos, con una historia
que nos hace ser lo que somos para bien o para mal. Alejada de la realidad de
que nuestra pareja también es una persona con hermosas y valiosas cualidades,
pero humana al fin y por lo tanto también con defectos, que se puede equivocar
y que de hecho lo hará y no una sino en múltiples ocasiones.
Es
por ello que al iniciar la vida matrimonial las expectativas de los novios y
futuros esposos deben estar en línea con
la realidad, la realidad es que mi pareja no piensa igual a mí, no ve las cosas como las veo yo, no fue
formada de la misma manera, tiene hábitos y gustos diferentes a los míos, nos
casamos con una persona que actúa de acuerdo a su educación y personalidad, que
no es capaz de adivinar lo que yo quiero, sino soy capaz de comunicarlo de una
manera adecuada, la realidad es que nos casamos con una persona con cualidades y
defectos igual que nosotros y mientras más
pronto nos demos cuenta de esta realidad más libres y felices seremos
aceptando a la persona que hemos elegido para compartir nuestra vida.
Víctor A. López
Coaching
Matrimonial y Prematrimonial