Crecimiento personal

ERASE UNA VEZ…

“Erase una vez… y vivieron felices para siempre y tuvieron muchos hijos”; así es como comienzan y terminan los cuentos de hadas, cuentos que nos transportan a un mundo maravilloso en donde todo es perfecto, la princesa jamás se molesta, el príncipe está presto a ponerse a los pies de su amada, a cruzar montañas y ríos a pelear con dragones para conquistar el corazón de la mujer que ha ganado el suyo, juntos cantan canciones maravillosas y pasean por campos llenos de flores y animales que hablan y son capaces de ayudar a los príncipes cuando sea necesario.
 Quizás sean estos cuentos hermosos de nuestra infancia o las películas con historias perfectas de amor las que transforman nuestra vida en una obstinación por encontrar en nuestra pareja al príncipe maravilloso o la mujer soñada, queriendo vivir la historia perfecta de amor alejada de la realidad. Alejada de la realidad de que somos seres humanos con cualidades que debemos reconocer, pero también con defectos, con una historia que nos hace ser lo que somos para bien o para mal. Alejada de la realidad de que nuestra pareja también es una persona con hermosas y valiosas cualidades, pero humana al fin y por lo tanto también con defectos, que se puede equivocar y que de hecho lo hará y no una sino en múltiples ocasiones.
Usando una analogía con la matemática los futuros esposos deben tener presente lo que llamaremos la fórmula de la frustración, esta consiste en lo siguiente: expectativas-logro= frustración, esto significa que si la pareja entra a la vida matrimonial con una expectativa de 100 y sus logros, es decir lo que según él o ella recibe de su cónyuge  es de 60 su frustración será igual a 40. Algunas parejas llegan al matrimonio esperando cabañas cubiertas de rosas, una vida sin preocupaciones ni responsabilidades y un gozo ininterrumpido. Ponemos por consiguiente sobre la pareja la carga de dar más de lo que es capaz de dar , creyendo que el cónyuge debe ser perfecto y llenar todas nuestras expectativas, si esto no sucede nos sentimos frustrados, decepcionados o engañados.
Es por ello que al iniciar la vida matrimonial las expectativas de los novios y futuros esposos  deben estar en línea con la realidad, la realidad es que mi pareja no piensa igual a mí,  no ve las cosas como las veo yo, no fue formada de la misma manera, tiene hábitos y gustos diferentes a los míos, nos casamos con una persona que actúa de acuerdo a su educación y personalidad, que no es capaz de adivinar lo que yo quiero, sino soy capaz de comunicarlo de una manera adecuada, la realidad es que nos casamos con una persona con cualidades y defectos igual que nosotros y mientras más  pronto nos demos cuenta de esta realidad más libres y felices seremos aceptando a la persona que hemos elegido para compartir nuestra vida.

Víctor A. López
Coaching Matrimonial y Prematrimonial


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